viernes, 19 de mayo de 2017

El Circo (por William Wordsworth)



EL CIRCO

por William Wordsworth


En una ocasión, cuando era adolescente, mi padre y yo nos encontrábamos en una fila para comprar los boletos para el circo. Finalmente, sólo había una familia entre nosotros y la taquilla. Esta familia me causó una gran impresión. Eran ocho niños, todos quizá de menos de 12 años. Se notaba que no tenían mucho dinero. Su ropa no era costosa, pero estaba limpia. Los niños se comportaban bien; todos se encontraban de pie formando una fila, de dos en dos, detrás de sus padres, tomados de las manos. Parloteaban entusiasmados sobre los payasos, los elefantes y otros actos que verían esa noche. Se notaba que nunca habían asistido al circo. Prometía ser un acontecimiento importante en sus tiernas vidas.


El padre y la madre se encontraban al frente del grupo, sumamente orgullosos. La madre sostenía la mano de su esposo y lo miraba como diciendo: "Eres mi caballero con armadura brillante". Él sonreía orgulloso y la miraba como si respondiera: "Así es".

La encargada de la taquilla le preguntó al padre cuántos boletos quería. Él respondió con orgullo: "Déme por favor ocho boletos infantiles y dos para adultos".

La encargada de la taquilla mencionó el precio.
La esposa del hombre le soltó la mano y bajó la cabeza; el labio del hombre empezó a temblar. El padre se inclinó un poco más cerca y preguntó: "¿Cuánto dijo'".

La empleada repitió el precio.

El hombre no tenía suficiente dinero. ¿Cómo podría volverse y decir a sus ocho hijos que no tenía suficiente dinero para llevarlos al circo? Al ver lo que sucedía, mi papá metió la mano en el bolsillo, sacó un billete de $200 y lo dejó caer en el suelo. (!No éramos ricos en ningún sentido de la palabra!). Mi padre se agachó, y recogió el billete, tocó el hombro del señor y dijo. "Disculpe, señor, esto cayó de su bolsillo".
El hombre supo lo que sucedía. No pedía ayuda pero en verdad la apreció en esta situación desesperada, angustiosa y vergonzosa. Miró a mi papá directamente a los ojos, tomó su mano con las suyas, la oprimió con fuerza sobre el billete de $200 y con el labio tembloroso y una lágrima rodando por su mejilla, respondió: "Gracias, gracias, señor, Esto significa en verdad mucho para mí y para mí familia".

Mi padre y yo regresamos a nuestro coche y nos dirigimos a casa. Esa noche no fuimos al circo, pero no nos fuimos sin nada.



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